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Las predicaciones de Pedro, llenas del poder del Espíritu Santo, fueron un pilar esencial en los primeros días del cristianismo.
Después de ser llenos del Espíritu en Pentecostés, Pedro proclamó con valentía el Evangelio, realizó milagros y transformó vidas. Estas predicaciones, impulsadas por la guía divina, ilustran el impacto del Espíritu Santo en la difusión del mensaje cristiano.