El Apocalipsis de San Juan, también conocido como el Libro de Apocalipsis, es el último libro del Nuevo Testamento en la Biblia cristiana. Atribuido comúnmente al apóstol Juan, presenta una serie de visiones proféticas y simbólicas que describen el fin del mundo, el juicio final y el triunfo del bien sobre el mal. Escrito en un estilo apocalíptico, lleno de simbolismo y metáforas, este libro ha intrigado a estudiosos y creyentes durante siglos.
El Apocalipsis comienza con una serie de cartas dirigidas a siete iglesias de Asia Menor, cada una representando un aspecto diferente de la iglesia primitiva. Luego, el texto se adentra en una serie de visiones vívidas que incluyen la apertura de los sellos, la aparición de criaturas monstruosas, la caída de Babilonia y la batalla final entre el bien y el mal en Armagedón. Entre las figuras centrales se encuentra la Bestia, que representa el poder secular opresor, y el Cordero, que simboliza a Jesucristo como el Salvador.
El Apocalipsis de San Juan ha sido objeto de interpretaciones diversas a lo largo de la historia, desde enfoques literalistas que lo ven como una profecía sobre eventos futuros, hasta interpretaciones simbólicas que lo ven como una representación de conflictos políticos y religiosos contemporáneos al autor. Su influencia se extiende más allá del ámbito religioso, inspirando obras de arte, literatura y música que exploran temas de juicio, redención y esperanza.
Aunque puede resultar desconcertante para algunos, el Apocalipsis de San Juan también ofrece consuelo y esperanza para los creyentes, recordándoles que, a pesar de los desafíos y tribulaciones presentes, el amor de Dios prevalecerá al final de los tiempos. En última instancia, es un recordatorio de la soberanía divina y la promesa de un nuevo cielo y una nueva tierra, donde no habrá más sufrimiento ni lágrimas, y donde Dios reinará para siempre.