La Epístola a Tito es un libro del Nuevo Testamento en la Biblia cristiana y, junto con las cartas a Timoteo, forma parte de las llamadas "Epístolas Pastorales", escritas por el apóstol Pablo.
Está compuesta por tres capítulos y se centra en instruir a Tito, un colaborador cercano de Pablo, sobre la organización de las iglesias en Creta.
Contexto histórico
La carta fue escrita probablemente alrededor del año 63-64 d.C., cuando Pablo estaba en libertad condicional en algún lugar de Macedonia. Creta era conocida por su cultura variada y sus problemas sociales, lo que planteaba desafíos para el establecimiento de comunidades cristianas sólidas y bien fundamentadas en la fe.
Propósito
El propósito principal de la carta era guiar a Tito en la organización de las iglesias en Creta, para que pudieran mantener una fe sólida en medio de desafíos internos y externos. Pablo enfatizó la importancia de un liderazgo adecuado y la necesidad de enseñar una doctrina correcta para contrarrestar las enseñanzas falsas que surgían en la región.
Principales temas
- Nombramiento de líderes y su conducta: Pablo da pautas claras sobre las cualidades que deben tener los líderes cristianos, como la sobriedad, la justicia, la hospitalidad y el amor, así como su función de enseñar y corregir.
- Enseñanza sobre la conducta cristiana: Se aborda la conducta ética de los cristianos en diferentes esferas de la vida, incluyendo la relación con las autoridades, la manera de vivir en sociedad y la importancia de las buenas obras.
- Advertencias sobre falsos maestros: Pablo alerta sobre la presencia de personas que enseñan falsas doctrinas, instando a Tito a corregir sus enseñanzas y mantener firme la verdad del Evangelio.
- La gracia salvadora de Dios: Se enfatiza la gracia de Dios como fuente de salvación, haciendo hincapié en que la salvación no se gana por obras, sino por la misericordia y el amor de Dios.
- La obra redentora de Jesucristo: Pablo resalta la obra redentora de Jesucristo como fundamento de la fe cristiana y cómo esta realidad debe impactar la vida diaria de los creyentes.
En resumen, la Epístola a Tito ofrece una guía valiosa para el liderazgo eclesiástico, la conducta ética de los creyentes y la firmeza en la fe cristiana, presentando directrices prácticas para la vida en comunidad y la predicación del Evangelio en un contexto específico.
Capítulo 1
Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador, a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador.
Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía.
Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene. Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos. Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad.
Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.
Capítulo 2
Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.
Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.
Capítulo 3
Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.
Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.
Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.
Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir a mí en Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno. A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte. Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto.
Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén.