La Tercera Epístola de San Juan Apóstol destaca la importancia del amor, la verdad y la unidad dentro de la iglesia, mientras advierte contra el orgullo y la actitud divisiva representada por Diótrefes.
La Tercera Epístola de San Juan Apóstol es una carta breve y personal dirigida a un individuo llamado Gayo. En ella, el autor, que se identifica como "el presbítero", expresa su alegría al enterarse de que Gayo sigue fielmente los mandamientos y demuestra amor hacia los hermanos, lo que confirma su testimonio de que Gayo camina en la verdad. Este elogio inicial sugiere que Gayo es un miembro destacado y respetado dentro de la comunidad cristiana a la que pertenecen.
Sin embargo, la carta también aborda un asunto preocupante relacionado con Diótrefes, quien parece tener una actitud arrogante y autoritaria dentro de la iglesia. Diótrefes se niega a recibir a los hermanos enviados por el autor, incluso llegando al extremo de expulsar a aquellos que desean hacerlo. Esta situación plantea un conflicto dentro de la comunidad, ya que el autor exhorta a Gayo a no imitar las malas acciones de Diótrefes, sino a seguir haciendo el bien y apoyando a quienes propagan la verdad.
Finalmente, la carta concluye con el deseo del autor de encontrarse pronto con Gayo para discutir estos asuntos cara a cara. Expresa su esperanza de que la paz y la gracia de Dios estén con Gayo y todos los miembros de la comunidad.
Capítulo 1
El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.
Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. Porque ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los gentiles. Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad.
Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohibe, y los expulsa de la iglesia.
Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero.
Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara. La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular.